viernes, 3 de mayo de 2013

Flores violetas del corazón miserable. Carta 2.


Apreciado amigo,

El niño sigue observándome cada vez que estamos solos, pero ya me he acostumbrado así que sigo a lo mío y casi ni me doy cuenta. Creo que sólo quiere conocerme, analizarme. Quiere saber cómo soy. El otro día le vi un momento, casi nada, fue algo muy fugaz pero me quedé con algunos detalles. Vestía un pantalón corto de color gris y un jersey granate con el cuello en pico. No pude ver mucho más. He pensado que quizá lo mejor es dejarle a su aire, así que no voy a hablarle aunque tenga la oportunidad. Seguiré haciendo mis cosas y que mire si le apetece.

Hoy me he acordado de aquella noche de verano en la que estábamos recostados contra un muro de piedras sueltas e irregulares, en aquel altozano cubierto de hierba frente al mar y estábamos mirando el mar con la conciencia perdida en nuestras mentes desordenadas. No conozco el motivo, un trauma de la infancia, una historia tétrica escuchada demasiado pronto, o quizá no hay una razón concreta, pero lo cierto es que siempre me ha dado miedo el mar, y en aquel momento, sentado contigo en la hierba sobre aquel pedazo de costa,  fui capaz de verbalizarlo y te conté que yo no percibo el mar como un conjunto enorme de gotas de agua y de sal, sino que siento que es un ente único, con voluntad, y sé que si me quedo cerca el tiempo necesario me engullirá. Y si esto ocurriera no me ahogaría en él, ni moriría, sino que me fusionaría con él, no podrían encontrar mi cuerpo porque pasaría a formar parte del mar. Y esto me parece terrible. Esa es la razón por la que me da miedo.

Supongo que ahora, aunque hayan pasado tantos años, no podrás evitar hacer la interpretación profesional y si te dejara  me soltarías alguna explicación delirante respaldada por algunos tratados sobre la cuestión. Seguro que desnudarías mi miedo al mar para convertirlo en algo muy evidente. “Verás, apreciado paciente, se trata de la representación metafórica de un temor más profundo pero menos definido. El mar representa a la multitud de gente anónima y normal, a la inmensa mayoría que pasa por la vida sin dejar rastro de su presencia, que no dejan un legado más allá de las pequeñas influencias fútiles en su entorno más cercano. Y en realidad lo que te produce miedo es aceptar que eres una sombra intangible que perdurará sólo mientras luzca el sol y que luego se desvanecerá para siempre. Es por eso que dedicas tu tiempo a rarezas en lugar de leer otro libro o escuchar un disco más. En el fondo lo que hay detrás de tu miedo al mar, no es más que miedo al anonimato, al fracaso del ego, a ser tan sólo otra gota más”. Seguro que me dirías esto si pudieras, aunque no me convencerías, me gusta más tener miedo al mar.


Otra noche de aquel mismo verano, estábamos otra vez en el mismo lugar, bajo la luna y frente al mar. Yo trataba de explicarte mi sensación permanente de falta de rumbo, el desconocimiento profundo sobre mí, que hacía que me sintiera perdido siempre, algo que también te ocurría a ti, como es normal en esas edades en la que estás obligado a abandonar la adolescencia para adentrarte en la selva llena de trampas del definitivo mundo adulto. Sólo que tú tenías tu método para centrarte. ¿Te acuerdas? Me dijiste que de vez en cuando, solo en el baño, te mirabas al espejo durante un buen rato y le preguntabas a tu reflejo “¿Qué? Tú ¿qué?”. En aquel momento no lo comprendí bien y la verdad es que me pareció un poco absurdo, pero tengo que reconocer que con el paso de los años me he dado cuenta de la sabiduría ancestral que hay detrás de esos monosílabos frente al espejo, que así, juntos, casi parecen una insulto o una imprecación. Vaya, en realidad no es que me haya dado cuenta con el mero paso del tiempo, lo cierto es que esta aceptación me fue impuesta de repente y doy gracias a que contaba con la ventaja de que me lo habías contado.

En el fondo siempre fuiste un poco sabio, desde muy pequeño. No con una sabiduría consciente y manejable sino de esa forma visceral que es como una corriente en los músculos y en los nervios.  Y es algo que no tiene explicación ¿cómo se puede nacer sabio?

Me pregunto si lo seguirás haciendo. Hablarle a tu reflejo.

OOO




The Outlaws - Greatest Hits