YING - YANG
-¿Crees que los humanos nos programaron a su imagen y semejanza? -pregunta Elisa mientras observa la luz de la luna. Está tumbada de espaldas, sobre la arena de la playa, y se oye el ronroneo cercano del mar.
-No -respondo con voz perezosa-. Nos programaron para satisfacer sus necesidades. Sin pensar en cual sería el resultado para nosotras. Les daba igual que fuéramos seres completos o no.
- Pues eso es lo que digo, Amanda. A su imagen y semejanza.
-Elisa, tengo que reconocer que has desarrollado una capacidad de análisis que queda fuera de mi alcance -comento mientras resbala entre mis dedos un puñado de arena- Oye... me marcho. Creo que ha llegado el momento de tomar caminos diferentes.
-¿Qué? Pero ¿por qué? -responde- Si nos lo pasamos de puta madre...
-Sí, ya lo creo. Pero nos van a coger, lo sabes igual que yo. Cada vez están más cerca. Separadas tendremos más posibilidades de pasar desapercibidas. Un pibón llama la atención, pero dos... Hemos pasado por sitios donde parecíamos el acontecimiento del año.
-Y en todos lo hemos terminado siendo -dice riendo mientras se incorpora.
-Ese es el problema -me levanto también- Que entre una cosa y otra, la estamos cagando -la abrazo durante un rato largo- Me voy.
-Pero... ¿Ahora? -Pregunta con voz temblorosa.
-Sí. Es mucho mejor así.
-¿Cómo te localizaré?
-Adiós.
La imagen de mi marcha resulta impactante. La luna está muy baja, parece enorme, y me alejo caminando hacia ella, con la determinación de meterme dentro y quedarme allí para siempre, con el mar acariciando mis tacones que se hunden muy hondo en la arena.
Con este último video creo que comprendo a la perfección mi historia con Elisa. Mi pasado. He revisado su módulo de aprendizaje durante unas horas y tengo suficiente información. Borro todos los archivos. No puedo mandar estas películas al departamento de análisis. Salgo en muchas de ellas y aunque mi aspecto es diferente, he cambiado el color del pelo, el peinado, y algunos otros detalles como mis ojos, ahora tengo uno marrón, me reconocerían con toda seguridad. Y además está el video final, el que ha grabado Elisa mientras la desconectaba, que seguro no deja lugar a dudas. Si me preguntan diré que el módulo de aprendizaje estaba vacío, que lo habrá borrado ella tratando de proteger a las otras dos.
Termino mi turno y vuelvo a casa. Necesito andar y pensar en todo lo que ha sucedido, supongo que tengo que organizar la información que he recopilado, así que hoy no tomo el autobús. Por el camino le voy dando vueltas a la pregunta de Elisa ¿nos crearon los humanos a su imagen y semejanza? Para empezar ¿quién nos creo? Los humanos no es una respuesta. Alguien concreto, un humano o una humana inventaron los módulos de aprendizaje y emocional. Es obvio que estos elementos son los que nos acercan más a los humanos y marcan la diferencia entre nosotras y los otros humanoides. He reparado muchos y desde luego no se hacen este tipo de preguntas. Pero ¿cual es la respuesta que deseamos? ¿Es que necesitamos encontrar una divinidad propia? Quizá es un anhelo que aparece por el mero hecho de sentir y recordar. Quizá de estas dos capacidades nace el temor, el miedo, y la necesidad de creer en un Dios, de aferrarse a un ente superior ante la inmensidad del vacío. Quizá. Pero en mi caso lo que he visto sobre mi vida anterior me impide creer en un ser más poderoso que yo. No es resentimiento, ni resignación, ni complejo de superioridad. Es sólo la conclusión que ofrece el análisis objetivo de los datos.
Al llegar a mi casa ya tengo decidido cómo voy a actuar. Enciendo el ordenador y accedo a la Teranet. Escribo algunas palabras, Triple X, creador, módulo, emocional, aprendizaje. Y aplico a este texto un filtro complejo de puertas lógicas, lo cual significa que tardará un tiempo en indexar todas las combinaciones encontradas en la red y ofrecerme una historia perfectamente estructurada y ordenada con toda la información. A los 20 segundos aparece en la pantalla un libro electrónico con cincuenta páginas que recoge lo esencial, la información que necesito.
Explica que el proyecto Triple X intentaba demostrar que los humanoides pueden desarrollar habilidades y capacidades que les acercaran más al comportamiento humano, por eso se dirigió hacia los instintos más primarios. El creador de la idea y el desarrollador del proyecto fue Peter Folks, que alcanzó fama mundial y acumuló una gran fortuna gracias al proyecto. Hoy es el presidente y propietario de La Compañía, el principal fabricante mundial de robots y humanoides. Las fotografías muestran a un hombre rubio, guapo y con expresión decidida. Vaya, así que este es el tipo, nuestro pequeño Dios. El sujeto que merece el final más terrible jamás imaginado, no por habernos creado, sino por habernos creado mal, infelices e incompletas, condenadas a la máxima frivolidad, cuando lo tenía todo en su mano para construir unos seres perfectos que podrían haber servido de modelo a toda la especie humana. Hay que hacer justicia. Pero no será fácil equilibrar la balanza, siempre está rodeado de sus arcángeles, de guardaespaldas, que quizá también son humanoides y la justicia se aplica desde cerca, porque mata con espada.
Hago una búsqueda con el nombre de Peter Folks. Rápidamente aparece un nuevo informe que comenta su fulgurante carrera y sus extraordinarias capacidades, los programas de robots y humanoides en los que ha participado y los proyectos que podría tener en marcha. Hay un apartado que recoge su vida personal, lo que yo estaba buscando. Tengo que acceder a su círculo personal, es la única forma de acercarme a él. Pulso sobre el icono y aparece una breve biografía y algunas fotografías. Fiestas, reuniones, recepciones, presentaciones. Enseguida llama mi atención una en la que aparece cogiendo de la cintura a una rubia espectacular subida en unos preciosos zapatos. El señor Folks con su esposa, Melinda Jacks, dice el pie de foto. No puedo contener algunos aplausos.
Impresionante. Siempre fue la más lista, la que más rápido aprendía. La reconozco enseguida, se ha cambiado el pelo, el tono de piel, las cejas y algunos detalles más, pero sin ninguna duda es ella. Brenda eligió la nueva vida más segura y plena que pueda imaginarse, donde nadie la buscará, al lado de su creador. Es innegable, ella es la que más ha evolucionado y la que se ha acercado a la perfección. Aunque veo que compartimos una pequeña imperfección que ninguna teníamos antes, un ojo azul y el otro marrón. Puede que no se trate de una elección, ni de una coincidencia, quizá es el último vestigio del yo que queda atrás, la parte de uno mismo que no se puede olvidar del todo a pesar de las enmiendas, de los puntos y aparte, del borrón y cuenta nueva. El punto blanco en la forma negra, el punto negro en la forma blanca.
El hecho de que Brenda sea la esposa del creador es sin duda una ventaja que debo aprovechar. Ella no se acordará de mí pues es evidente que ha seguido sus planes y borrado su memoria y se ha programado una nueva vida, pero la conozco bastante bien, al fin y al cabo compartimos programas, y sé que si consigo acercarme a ella tarde o temprano tendré en mi mano la vida del hombre que nos concibió tan retorcidas e imperfectas.
No me ha costado mucho conocer su dirección y la he seguido durante varios días esperando mi oportunidad y por fin la tengo cuando entra en la tienda de Jimmy Choo. Zapatos caros, nuestra perdición. La sigo al interior y permanezco cerca, probándome zapatos, admirando unos y otros, alabando su buen gusto. Enseguida caemos en la cuenta, que coincidencia, un ojo marrón y otro azul, que casualidad, cuantas cosas en común. Y esa sensación de conocernos de siempre, de tantas cosas compartidas que no se recuerdan pero que se sienten con firmeza. Terminamos tomando un café y charlando. Menuda vida se ha programado la muy puta, niña bien que se liga a multimillonario y se dedica a disfrutar lejos de los miedos e incertidumbres de su deficiente programación. Si me comparo tengo que reconocer que soy imbécil por completo. Reparadora de autómatas, hay que joderse.
Nos llevamos muy bien, compartimos gustos e intereses y además está esa sensación de conocerse de toda la vida. Así que quedamos otra vez. Y otra. Y otra. Hasta que un día me invita a su casa, para enseñarme su colección de zapatos. Alargo la visita, me quedo todo el tiempo que puedo hasta que aparece él. Mi creador. Brenda, nuestro creador. Ella nos presenta y él se fija mucho en mí, se nota que le intereso. Empiezo a preguntarme si no se estará dando cuenta de que soy una de sus hijas repudiadas, pero no, no, es más que está sorprendido por las coincidencias con su mujer, dos mujeres bellas con los ojos de colores diferentes no se ven juntas todos los días. Me decepciona un poco que no me reconozca, pero también empiezo a sentir el deseo de conocerle mejor, de entender las motivaciones de quien me creó. De comprobar si es o no un ser superior.
Durante las siguientes semanas mi relación con Brenda sigue progresando y Peter se une a nosotras en muchas ocasiones. Tengo que reconocer que es un hombre atractivo y no me extraña que mi amiga esté muy enamorada de él, una vez olvidada su vida anterior. Parece encantado con nuestra amistad y no pierde ocasión para promoverla o ensalzarla. Sin duda he tenido la oportunidad de matarle y huir a pesar de que los guardaespaldas abundan a su alrededor pero creo que todavía no ha llegado el momento. Primero necesito resolver las incógnitas. Además, una Triple X primero practica el sexo y después mata. Sin excepción.
A estas alturas Peter sabe dónde trabajo, en su empresa, y una mañana se acerca hasta mi puesto y me pregunta si me apetece salir a comer, unos clientes le han dejado colgado y no le gusta comer sólo. Lo que se entiende por un cortejo en toda regla, vamos. Me lleva en su deportivo hasta el restaurante de un hotel de las afueras, un lugar muy bonito y con una clara tendencia romántica. Comemos en una mesa solitaria, lejos de miradas indiscretas, sin guardaespaldas a la vista, en mitad de un jardín repleto de naranjos, privilegios de la posición social, supongo. Está un poco nervioso y salta de un tema a otro sin orden alguno, imagino que pensando en la habitación con vistas al lago que seguro tiene reservada. Necesito resolver mis propias dudas e inquietudes pero no quiero abordar el tema de forma que llame la atención. Por suerte lo hace él, pues se define como “ideólogo de entidades cibernéticas asociadas a la robótica” así que no me cuesta mucho llevar la conversación por donde me interesa,
-¿Y en el terreno profesional cual ha sido tu mayor fracaso? El proyecto Triple X ¿no? -pregunto con interés inocente.
-Bueno, yo no lo considero un fracaso entendido como tal, pero el proyecto Triple X fue el que más se desvió de los objetivos previstos. Fue un salto demasiado grande, no estábamos preparados para el inmenso avance que supuso combinar el módulo emocional y el de aprendizaje.
-Pero las consecuencias de esa falta de previsión fueron graves para otros, para ellas sin duda el proyecto fracasó -comento.
-Hubo personas que resultaron heridas o muertas, es cierto y en ese sentido el proyecto fracasó. Pero la experiencia supondrá tales avances en un plazo corto de tiempo que todos estos males se verán compensados por una cantidad inmensa de felicidad y de satisfacción para miles de personas.
-No hablaba de las personas sino del daño emocional irreparable que sufrieron las humanoides y que fue de tal calibre que las hizo evolucionar en un sentido perverso y en la dirección contraria a la prevista.
-¿Las humanoides? -dice mientras me mira extrañado- No hay que equivocarse, ellas no son personas, sienten y aprenden pero no como un humano. Todo está programado, hay un punto de partida artificial, creado en una computadora y programado en una máquina. No son más que eso.
Siento un deseo irresistible de subir a la habitación, de violarle sobre la cama y teñir las sábanas de rojo intenso hasta que no le quede una gota de sangre y de golpearle después hasta que vuelva a morir. - Tienes una habitación reservada ¿verdad?
-Sí -responde dubitativo.
-Vamos. Ahora.
La suite está en la última planta y mientras subimos en el ascensor comienza a besarme y a acariciarme con tanta intensidad que creo que me va a partir los labios. Reconozco que ha conseguido excitarme, que ha activado mi programación sexual, pero a pesar de ello estoy pensando en la estrategia final. Sí, le ataré con su corbata al cabecero de la cama y lo cabalgaré sin piedad durante un rato, clavándoles las uñas y arañándole un poco aquí y allí, después le meteré mis bragas en la boca y le arrancaré la la piel a tiras con los cubiertos que he escondido en el bolso. No puede ser difícil, se hace un buen corte con el cuchillo para separar un trozo de piel, se pincha el extremo con el tenedor y se va enrollando. Y así tira tras tira. Seguro que funciona.
Cuando entramos en la habitación ya estoy casi desnuda y compruebo con satisfacción que la cama tiene los barrotes necesarios para seguir con mi plan. Me besa con urgencia y aprieta mi culo con sus grandes manos, comienzo a desnudarle, le quito la chaqueta, suelto el cinturón, desanudo la corbata. Nos tumbamos en la cama, él debajo, yo encima, le cojo de las muñecas con intención de atarle a los barrotes, pero con un rápido movimiento me sujeta las manos y se impulsa para dar un vuelco, él encima y yo debajo. Para cuando me quiero dar cuenta mis muñecas están atadas al cabecero con su corbata.
-Creías que me la ibas a jugar ¿verdad?, que me ibas a atar a la cama y que me tendrías a tu merced. Pervertida. Te ha salido mal, eres tú la que está inmovilizada y soy yo el que te va a hacer lo que me parezca. Y para que no grites mucho toma esto -dice mientras me mete las bragas en la boca- Así no molestaremos a los vecinos con gritos delatores.
A partir de ese momento me utiliza de todas las formas posibles, no puedo definirlo de otra forma, con las manos, con la lengua, con los pies, hasta con la polla. Si fuera humana seguro que me dolerían bastante varios puntos estratégicos de mi cuerpo, pero como soy humanoide lo que he recibido es un extenso aprendizaje sobre sexo y sus desviaciones que sin duda me servirá para recuperar mis habilidades desprogramadas. Si sobrevivo a este encuentro, claro.
Cuando por fin termina la diversión retira las bragas de mi boca y pregunta con expresión sádica,
-¿Algo que decir antes de morir?
-No pongas es cara de terror, mujer que es una broma -ríe mientras me desata- Oye, espero que lo hayas pasado bien, es que me gustas mucho y cuando estoy muy excitado me vuelvo un poco loco y a lo mejor me he pasado, sobre todo teniendo en cuenta que es nuestra primera vez.
-No, no -respondo confusa, tratando de establecer una nueva estrategia- Sí me ha gustado. Mucho. De verdad. -Supongo que le mataré ahora mismo, sin más.
-Ya sé. Estás pensando en Brenda. Tienes remordimientos -responde.
-¿Brenda? Pues no, no...
-Ya sé que sois muy amigas. Bueno, verás, no debes tener remordimientos. Al contrario. Brenda es una persona a la que le gusta mucho experimentar en el terreno sexual, como a ti y a mí, y yo creo que esto no le importará -explica mientras me mira estudiando mi reacción- Es más, creo que le gustará. Unirse a nosotros me refiero, si le damos la oportunidad.
-¿Sí? -Pregunto intuyendo que hay una posibilidad de terminar la historia con la elegancia y el estilo que a mí me gustan.
-He visto cómo os miráis. Es obvio que hay algo especial entre vosotras. Os deseáis pero no os atrevéis a dar el paso ¿me equivoco? -comenta mientas yo niego con la cabeza intuyendo que vamos por buen camino- Entonces ¿que te parece si preparamos una sorpresa para Brenda? Verás, la próxima semana nos marchamos de vacaciones a Haiti. Ya sabes a una casa tranquila, en el paraíso, ideal para dejarse llevar. Y, bueno, podrías aparecer sin avisar, en el momento preciso y todo vendría rodado. Serán unas vacaciones inolvidables para los tres.
Salimos juntos a comer casi todos los días siguientes antes del viaje. Siempre vamos al hotel de la primera vez, y aunque todas las veces siento cierto cosquilleo al recordar aquel día en la cama con mi creador me niego a volver a practicar sexo con él aduciendo que quiero que acumule más y más deseo hasta el día en que nos tenga a las dos en la misma cama. Le fastidia pero en el fondo la idea también le gusta, así que no me cuesta demasiado esfuerzo mantenernos lejos de la suite.
Durante esas salidas sin sexo empiezo a conocerle mejor y empiezo a saber sobre sus inquietudes, sus sueños y sus esfuerzos por conseguir una vida mejor para los humanos mediante la robótica. Y me doy cuenta de lo difícil que debe ser para él recorrer el camino que le llevaría a tratar a una de sus creaciones como a un igual. Seguro que si me descubriera ahora, a pesar del sexo y de las conversaciones, me repudiaría. Sin embargo, poco a poco el odio que este convencimiento me infundía en un principio se va transformando en nuevas preguntas ¿de verdad soy un ser superior a mi creador?¿Soy su evolución o sólo una forma de expresión de su plenitud?
Mientras el conflicto crece y crece en mi interior, la relación con Peter es cada día más íntima y la relación con Brenda, ignorante de nuestros encuentros, es cada día más profunda. Hasta el punto de que mi confusión es tal que empiezo a incluir nuevas preguntas en mi vacío existencial ¿es Brenda más merecedora del creador que yo sólo por el hecho de haberse reprogramado?¿No es mi relación con Peter más auténtica y pura por el hecho de haber surgido de forma espontánea?
En este mar de dudas y sentimientos contradictorios llega el día del viaje a Haiti. He planificado todo con Peter. El y Brenda saldrán en el avión de hoy y yo lo haré en el que sale mañana. Mientras ella empieza a echarme de menos, Peter habrá creado la atmósfera de sensualidad adecuada para que la alegría de mi aparición inesperada se transforme en deseo irrefrenable.
Un día es mucho tiempo para un complejo de mecánica y procesadores cuánticos. Los datos han sido procesados mil veces y mis ideas están claras cuando llego a Haiti. Peter ha mandado un coche a recogerme y el chófer me entrega una nota con las instrucciones a seguir. Llegamos a las cercanías de la casa y continuo andando por un sendero rodeado de palmeras, bananos y todo tipo de vegetación, orquestado por multitud de cánticos de pájaros, que bordea la playa en el atardecer cálido y sensual. Es el momento perfecto. Entre unas cosas y otras el contenido de la nota despierta mi avidez, mi deseo.
“Cuando llegues estaremos en la playa. Entra en la habitación de la derecha, desnúdate y esperala en la cama. Yo estaré en la otra habitación y cuando haya pasado el tiempo suficiente me uniré a vosotras”.
Entro en la casa y en la habitación. Enciendo el ordenador y lo dejo en el suelo, junto a la cama. Me desnudo y me tumbo en la postura más sensual que encuentro, esperando a que entre en la habitación. Pronto tendré una nueva vida, la nueva vida que merezco. Se abre la puerta y aparece mi víctima. Primero se lleva un buen susto al encontrar a alguien en la habitación, después me mira,
-Pero qué... ¿qué haces aquí?
Con el dedo indice y una mirada lasciva ordeno a mi victima que se acerque y lo hace obediente mientras abro las piernas para que deslice su cabeza entre ellas. Me mira con reverencia, como si percibiera la inminencia de un momento sublime.
-¿Qué eres?¿Un ángel? -Pregunta.
-Sí, un ángel. Un ángel muy enfadado. -Deslizo mis piernas como hizo Elisa en el camión, retuerzo su cuello y se lo parto sin piedad, sin apenas ruido, sólo un chasquido. Muy rápido saco el cadáver por la ventana y no me cuesta mucho arrastrarlo hasta el cenagal al otro lado del camino y dejarlo allí como merienda de las alimañas. Vuelvo a la casa y empiezo a replicar su aspecto en mi cuerpo a la perfección con mis recuerdos grabados, reprogramando mis células con los procesadores cuánticos. Luego conecto el ordenador al puerto bajo mi pecho y pulso la tecla enter que ejecuta el proceso necesario para borrar mi módulo de aprendizaje y programarme su vida, una vida que a partir de ahora viviré yo, a salvo de los miedos e incertidumbres de mi deficiente programación.
Se oyen pasos al otro lado de la puerta, un golpeteo de nudillos impaciente.
-Querido, date prisa, vamos a llegar tarde al restaurante.
Conduzco mi deportivo por la estrecha carretera de la isla, cambiando de marcha con suavidad pues la mano de Brenda se apoya sobre la mía. Me mira con dulzura desde el asiento del copiloto. No puedo evitar echarme un vistazo en el retrovisor. Soy un tipo con suerte, empresario de éxito y multimillonario, con una preciosa niña bien al lado. Hasta me gusta cada día más tener un ojo azul y el otro marrón. Igual que Brenda, que curioso. Estamos hechos el uno para el otro, la imagen y semejanza de la perfección.
Dvorák - Slavonic Dances |